En el transcurso de la Historia, observamos que las filosofías sagradas dividen sus mensajes en esotéricos y exotéricos. Estas dos partes son como la fruta y su semilla. Todas las ideas y conocimientos se transforman con el tiempo en otras formas e ideas, perdiendo parte de su sentido original. El esoterismo evita esta corrupción y cambio. Los iniciados saben de esos cambios y utilizan un lenguaje simbólico para transmitir sus conocimientos, valiéndose muchas veces de las formas de los cuentos, los mitos, etc. Por esta razón, en el estudio de estos contenidos filosóficos necesitamos analizar tanto lo que no se ve (esotérico) como lo que se ve (exotérico).
En el Islam también encontramos esoterismo y exoterismo. A lo largo de su historia han aparecido doctrinas esotéricas, entre ellas: Muhamine, Huremiye, Fidaviye, Hassasiye (Asasin), Ismailiye (ismaelitas).
Existen puntos comunes en la mayoría de estas doctrinas. También vemos la influencia del Neoplatonismo en muchas de ellas.
La creencia en la Unidad consiste básicamente en ver, saber y sentir que todo es Uno. Entender que existe una Fuerza activa y pasiva en todo. El bien y el mal son relativos y nacen de la comparación. El amor, en las doctrinas esotéricas, se ve de la misma manera que en el Neoplatonismo: como la primera manifestación; y se distingue entre el amor temporal (ask-i mecazi) y el amor verdadero (ask-i hakiyki).
Rumi, al referirse al Corán, observó la existencia de puntos semejantes a otras enseñanzas esotéricas; por ejemplo, el Panteísmo (todo es Dios), la sabiduría divina, la evolución de la conciencia y la confraternidad universal.
Otro punto en común con las diferentes enseñanzas esotéricas son los grados del discipulado y después de entrar en una Fraternidad u Orden: condiscípulo-discípulo (Mürid-Salik), Maestro (Seyk), Califa (Halife), Pir (Patrón de los Maestros).
El esoterismo islámico se expresa así sobre la formación del Universo: existe una facultad activa y otra pasiva del Cielo. La facultad activa es la inteligencia, el elemento masculino, Adam; la facultad pasiva es el neftis (espíritu), el elemento femenino, Eva. De la unión de los elementos masculino y femenino se generan los nueve planos y las siete estrellas de los Cielos. El movimiento de los cielos lo forman cuatro naturalezas: sequedad, vejez, frialdad y aridez, que se corresponden con los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. De la unión de los nueve Cielos y los cuatro elementos, se generaron los minerales, las plantas y los animales.
La Resurrección (kiyamet) es la muerte del hombre. Cuando comparamos el Día del Juicio Final (Kiyamet) en el que, según el hombre, con el “peso del corazón” que aparece representado en innumerables papiros egipcios, observamos también una cierta semejanza.
La unidad del Ser y el Panteísmo se hacen presentes en todas las doctrinas esotéricas. Se cree que este pensamiento pasó a las Escuelas de Sufismo. Según este pensamiento, todo es Dios. El Universo no es más que una relativa ausencia del Ser Absoluto o un llenar el vacío con formas de seres. Como las olas de mar no son partes distintas del mar, y la multitud de olas no se oponen a la unidad del mar, y sus subidas y bajadas no menguan ni aumentan el Ser del mar, del mismo modo sucede en el Universo con la Divinidad y las criaturas.
En las escuelas esotéricas islámicas conocían y vivían la jerarquía existente en el Universo. Un sistema piramidal existente por doquier, reflejado asimismo en los grados de los Mevlevíes (derviches danzantes).
Según ellos, existen dos movimientos en el hombre. La unión de estos movimientos constituye un círculo. El comienzo del círculo es el Ser Absoluto. El hombre ha descendido al nivel material desde el Ser Absoluto. Después de este descenso, volverá otra vez al Ser Absoluto a través de un perfeccionamiento de tres fases; las fases del ascenso son: la primera, saber que todos los actos son actos de Dios, y con esa idea mirar y actuar. La segunda, saber que todos los trabajos son el resultado de los atributos, y, los atributos son de Dios; y la tercera, ver que todo está formado de Dios, y que el Universo no es un ser distinto de Dios.
En Mevlana Rumi no encontramos los conceptos y términos eruditos que se ven con frecuencia tanto en Ibn Arabi como en otras doctrinas esotéricas. Rumi en sus obras Mesnevi y Divan habla en un lenguaje perfectamente adaptado a la psicología popular a través de proverbios, ejemplos y cuentos.
Según Rumi, todas las discordancias vienen de la esclavitud al color del mundo sin color. Las divergencias en las religiones proceden de las formas, no del verdadero camino.
Todos los caminos llevan a una casa. Es como la creación de miles de espigas de una misma semilla. Rumi utiliza estos ejemplos para explicar su idea del Panteísmo con un lenguaje sencillo y simbólico.
Según Rumi, la creación es eterna y el mundo es un campo de batalla. Los viejos se estropean y marchan y llegan los nuevos. La creación es continua y también la destrucción. Este mundo es dual y esta dualidad está siempre en guerra. Este universo es un universo de contradicciones. Habla también de los ciclos de la Naturaleza.
Rumi defiende la libertad de pensamiento y la voluntad en el hombre. Si el lamento por no cumplir un trabajo nos enseña muestra debilidad e incapacidad, la vergüenza de cometer un error nos muestra la libertad de elección.
Si no tuviéramos el poder de elegir voluntariamente, ¿podríamos sentir arrepentimiento? ¿Por qué los Maestros enseñan a sus discípulos? Para que puedan elegir lo verdadero. Por lo tanto, tenemos la voluntad para elegir y únicamente nos hace falta educarla.
Las opiniones, creencias y palabras en la vida de Rumi constituyen una completa armonía. Al contrario que muchos otros pensadores, Rumi vive lo que piensa y dice.
Una de las facetas más importantes del pensamiento de Rumi es la universalidad: cada profeta tiene un camino y cada santo su oficio, pero, ¿acaso no es el Uno quien lleva a todos a la perfección? Todas las religiones tienen básicamente el mismo mensaje. El sentimiento de confraternidad universal y la unidad para todos los hombres.
Cuando Rumi distingue al sabio del intelectual utiliza este ejemplo: Es fácil llevar diez panes, pero comer uno es difícil. Los intelectuales se parecen a los que llevan los panes, pero que no saben cómo se come uno.
Rumi también habla de la existencia de dos “yos” en el hombre. El primero es el “yo particular”, que es distinto en cada persona, pues todos tienen un carácter diferente; y el otro es el “yo transcendental”, que es una facultad divina y existe en todos.
Uno de los elementos fundamentales de los Mevlevíes es la “Semah”.
La Semah es un estado de éxtasis en el que el sufí se aleja del mundo para alcanzar a Dios. En la ceremonia de la Semah aparecen elementos simbólicos: la capa del Sek (Maestro director) es roja y simboliza su autoridad.
El rojo es el color de la formación y el ánimo. En el espacio ceremonial hay también una línea que representa el camino más corto que lleva a la Verdad; no se pisa en esta línea, se la saluda simplemente. El baile se realiza en un área circular, y en el centro del círculo (cihan-nüma) está colgado un globo de cristal que representa al Sol. Alrededor del globo están colgados los candiles que representan a los planetas. Los tocados de la cabeza (kulah) que llevan los Semazen (danzantes) simbolizan la piedra de la tumba. El jersey de lana es la tumba misma, y la capa blanca la mortaja. La parte derecha de la Semah simboliza el mundo que se ve, lo que conocemos, y la parte izquierda representa el mundo que no vemos, el de los significados. Cuando los semazen bailan con la mano izquierda vuelta hacia abajo, significa que lo que se toma del cosmos se devuelve, pues ellos nunca retienen nada para sí.
Los “Semazen”, como todo en el Universo, están en continuo movimiento. Así circulan, tanto sobre sí mismos como alrededor del espacio ceremonial o Cielo, semejante al movimiento de los planetas.
Mevlana Rumi, al igual que las otras Escuelas y corrientes esotéricas islámicas, trata de transmitir a los hombres lo oculto, lo que no se ve, con una forma de vida, de conocimiento y de esfuerzo a través de lo que se puede ver.
Muchos de estos grupos nos dejaron conocimientos y experiencias que habría que investigar y valorar a nivel simbólico.
Que estos mensajes del 1200 d.C. todavía se conservan sin cambios es una muestra de su esencia esotérica.