LA VIDA ES PRESENCIA
Teoría y práctica
Estaba una vez consumido por los pensamientos, tratando de ver el sentido de una experiencia no deseada, cuando el canto de un pájaro me llamó desde un árbol cercano.
Meister Eckhart
La vida es teórica hasta que se está presente a ella. El sueño es una oscuridad que nubla los sentidos, un flujo compulsivo de imaginación a través de la propia psicología, ocupando nuestra atención y definiendo lo que pensamos, lo que hacemos, lo que decimos. Aun cuando un momento de consciencia revela la existencia de un ’Otro’ separado, esto a menudo no es lo suficientemente fuerte como para penetrar el sueño, o permitir que el guerrero de nuestro trabajo, el ’mayordomo’, como Gurdjieff lo describe, lo destierre por completo. El sueño es perpetuo. La presencia es ocasional. Como dice el poeta Wordsworth: ’Nuestro nacimiento no es sino un sueño y un olvido", y cuando la naturaleza del sueño demuestra ser dominante y el esfuerzo por despertar tan necesario, uno es impulsado a encontrar métodos de despertar prácticos, manejables.
Una escuela enseña la necesidad de hacer surgir presencia como un principio por el cual vivir y como una actividad continua a lo largo de los momentos de la propia vida. Ya que el propósito es despertar, la función de una escuela es inventar o revivir técnicas para producir presencia. Algunas de estas técnicas son familiares [meditación, oración, canto, danza], aunque no tanto por su intención original, que es la de interrumpir el sueño y producir presencia, sino por sus virtudes adicionales de curar y promover el equilibrio psicológico. Aun así, cualquiera sea la técnica de una escuela, su primera intención es producir presencia mediante el control de la atención.
Una escuela perfecciona la técnica para hacer surgir presencia y, a la vez, prepara el ser de sus estudiantes para las dificultades del despertar. Las escuelas de meditación enseñan a controlar la mente en privado hasta que el estudiante pueda comenzar a practicar el constante darse cuenta de la mente en toda circunstancia. La oración fue una vez una técnica de escuela enseñada en el templo para que se pudiera llevar a las calles, al mercado, entre la gente. El resonante canto del claustro se enseñó una vez en una escuela monástica para que se pudiera recordar en el oído, como despertador de la belleza de ese ’Otro’ consciente. El entrenamiento físico de las escuelas ascéticas se enseñó para adiestrar la atención para los caóticos y aleatorios movimientos de las circunstancias comunes.
Lo que se aprende en una escuela, luego se practica en lugares que parecen alejados del corazón de una enseñanza. La presencia se enseña personalmente, se verifica en privado y luego se fortalece en la vida ordinaria. En un autobús, el estudiante de una escuela vigila su mente mientras va a su trabajo, sin creer ni rechazar sus pensamientos. Otro estudiante camina por una calle muy poblada, con movimientos atentos y graciosos, creando una danza de una experiencia negativa, a los empujones. Dos estudiantes se encuentran en un café céntrico, lleno de gente, utilizando la conversación para inspirar su trabajo sobre la consciencia. Un estudiante practica respirar con presencia antes de salir para el trabajo, preparándose para la batalla entre el sueño y el despertar, el verdadero juego maestro del día. Esta es la enseñanza de una escuela. La vida es un sueño hasta que se despierta y uno pone la presencia detrás de todo. Una escuela enseña a despertar mediante pequeños esfuerzos prácticos.
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